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lunes, 6 de mayo de 2013

22 (S2E1)

Roberta parece más pequeña de lo que la recordaba . Ayuda el hecho de que no habla, y de que si lo hiciera, estaría desprovista de la autoridad que tenía meses atrás. Sobre todo porque está atada y amordazada. Cuando empecé a vigilarla noté cuanto había cambiado. Estaba más delgada y vulnerable. La esperé agazapado detrás de una  marquesina con mi cara. Un retrato que pretendía favorecerme. No aparecían las ojeras ni la barba mal cuidada. En el borde inferior se leía "martir de la patria rebelde". Ridículo.
Siempre detesté las hagiografías y ahora formo parte del panteón oficial del nuevo orden, suponiendo que hubiera alguno. El gobierno de Ciudad Santucho dejó de ser reconocido por Córdoba, Santa Fé y Buenos Aires en diciembre, cuando la muerte del líder fue inocultable. Desde entonces llevamos tres meses de guerra civil. AJ es secretario de la junta provisoria de gobierno. AB está encerrado en su casa de la avenida Alem. Tiene custodia permanente en la puerta. Ni él tiene claro si lo cuidan o lo vigilan. JF, la doctora H, Nora y yo estamos en estampitas y afiches.
La estética de las rebeliones no sabe de ideologías. Nuestros rostros podrían intercambiarse con los de Lenin, Rosa Luxemburgo, Ho Chi Min o Camilo Cienfuegos. El único que salía bien en los posters era el Che Guevara, pero claro, haber sido lindo ayudaba. En mi caso, dudo que el culto a mi persona dure demasiado tiempo por dos razones: soy feo y he tenido el mal gusto de no morir.
Las guerras hacen salir lo peor  del ser humano. Cuando era adolescente me había impresionado un cuento de Akutagawa donde un monje termina robando pelo en un depósito de cadáveres para venderlo a un mercader de pelucas. Ese monje sería un virtuoso si lo comparáramos con las cosas que he tenido que hacer en estos tres meses. Tengo a mi favor la impunidad y el caos. Y un buen par de pistolas, por supuesto.
De todas maneras esta situación no puede durar. La junta está organizando un ejército rebelde. Los cambios de bando son rápidos y sin preguntas. En unos meses, Tucumán (de este lado del país hemos vuelto a llamarla así) estará rodeada; y de un día para el otro las fuerzas armadas de un régimen pasaran al otro. Se juzgará a un par de cabecillas y se erigirán privilegiados nuevos. El común de la gente seguirá igual. Ganado para los vampiros.
Ocho meses atrás había aparecido en el parque el cadáver del militar coreano y AJ nos llevó a Gath y Chavez para empezar la aventura. Después vinieron el descubrimiento del Congreso, las huidas, los crímenes y las limpiezas. El final del gobierno del líder no terminó con los ataques de vampiros. Solamente se volvieron más cautos, no se exponen. Además tienen que resolver sus propias divisiones. No somos la única especie que disfruta de matarse entre ellos.
La cinemateca seguía  igual de abandonada. Esperé el horario de salida de Roberta. No hay muchos lugares en Córdoba donde pueda esconderme No podía volver a mi departamento, ni buscar los túneles o acercarme a la casa de AB. La única alternativa era secuestrar a Roberta. No fue difícil.Alcanzó con un pañuelo y un poco de éter.
Las certezas que sostenían su mundo resultaron igual de volátiles que el éter. Eso hizo que fuera tan fácil llevármela. Ya no tenía el aspecto de marimacho trotzkysta. Además la supervivencia me han hecho un hombre más fuerte. Robar una casa o cargar una mujer dormida no son tareas complicadas. Atar una persona a su cama tampoco.
Aproveché el sueño forzado para conocerla revisando sus cosas. Para acceder a todos los secretos de una mujer alcanza con revisar la heladera, el armario, el botiquín y la mesa de luz.
La heladera estaba semivacía, como la de cualquier ciudadano común en tiempos de guerra. Lo poco que había era tan saludable como poco tentador. Ordenado además, de acuerdo a los preceptos de la educación higiénica del régimen. Las revelaciones mas interesantes llegaron al revisar otros espacios: ropa vieja con volados en el armario; perfumes, pinturas y chucherías en el baño; y en la mesa de luz, un ejemplar de "Mujercitas" junto a un paquete de toallas higiénicas. Ninguna caja de tampones. Mi exmujer decía que las que no usaban tampones eran vírgenes, timoratas, o las dos cosas a la vez.
Así que aquí tengo a Roberta, la otrora encarnación de los valores revolucionarios convertida en una damisela en apuros. Siento curiosidad de acercarme y olerla, pero se que no puedo ceder al instinto. Necesito, sobre todo, un lugar para esconderme y un plan. Si oficialmente soy un héroe muerto, no puedo arriesgarme a cometer un error. Una bala y una fosa son soluciones demasiado frecuentes en este país, así que lo mejor es esperar que Roberta se despierte y explicarle, mentirle, que su momento de grandeza llegó. Que he venido como heraldo de la rebelión para traerle el papel mas importante de su vida.
Es joven, no tiene como saber que la mayor proeza es levantarse vivo cada mañana. Y que todos compartimos la misma naturaleza miserable. Estamos listos para traicionar y matar para sobrevivir.

2 comentarios:

  1. ah no... y ahora esperar otro lunes para saber hacia dónde nos lleva este relato... Quñe bueno que estes de vuelta por acá !

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    1. Gracias, gracias. Tenemos un bidón de hemoglobina para ir sorbiendo mientras escribo. como pasa siempre con las segundas partes, a falta de ideas nuevas, más asco.

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